El emprendimiento hace más “bello” al hogar de los Mérida
En la carrera 7 con calle 23 del barrio Girardot hay un letrero que llama la atención: “La bendición de Dios”, es justamente la entrada al salón de belleza de Alicia Mérida y su familia. Son oriundos del estado Bolívar de Venezuela y desde hace cinco años están radicados en Bucaramanga.
Para Alicia, la decisión de migrar no fue fácil, caminaron por la trocha desde su país durante varios días hasta llegar a Cúcuta. Como es estilista de profesión decidió abrir un salón de belleza en esa ciudad. Sin embargo, meses después emprendió viaje a Bucaramanga junto con su familia. Hoy están radicados en la Ciudad Bonita con muchos sueños que se mezclan entre cortes de pelo y manicuras.
“Los recursos económicos no estaban alcanzando para cubrir los gastos necesarios y decidimos viajar para abrir aquí la peluquería”. Alicia tiene cuatro hijos, dos de ellos están en España, uno se desempeña como barbero en el salón de belleza y su hija menor Alejandra, la apoya atendiendo a sus clientes.
Una esperanza en el camino
Alejandra Dirimo tiene 23 años, es la menor de los cuatro hijos y su madre, Alicia, la describe como una bendición que le ha enseñado a luchar y a perseguir los sueños, pese a las circunstancias.
“Alejandra es una joven muy inteligente, me siento orgullosa de ella porque pese a la discapacidad que tiene por el síndrome de Down, le gusta capacitarse y aprender
cosas nuevas. Aquí es la encargada del arreglo de uñas y también me ayuda a planchar y cepillar el cabello”, relata Alicia.
Para la familia Mérida Dirimo adaptarse a un nuevo país al principio fue un poco complejo, sin embargo con el pasar de los días fueron asimilando el cambio y hoy sienten gratitud con la ciudad que les abrió las puertas. “Al principio nos señalaban por ser venezolanos, pero gracias a Dios los vecinos se dieron cuenta que nosotros veníamos a trabajar haciendo las cosas bien y ya tenemos amigos y amigas en el barrio”, agrega Alicia.
Desde las nueve de la mañana, y sus hijos abren las puertas de “La bendición de Dios”, y con la mejor energía brindan sus servicios de belleza a la comunidad. Cuentan con alegría que se sienten bien en el barrio Girardot y disfrutan ir al parque a comer hallacas que venden sus hermanos venezolanos. Tienen como propósito adquirir más implementos de belleza para su negocio y así seguir progresando en este país que les ha brindado la oportunidad de seguir adelante.